Charli XCX es una desconocida que se arrepiente profundamente de haber regalado su mayor hit a dos lesbianas de cascos ligeros. A las que amamos profundamente.
La escritora del hit del verano del año pasado y de éste verano se resignó a que I Love It fuera su punto más alto y edito un álbum que nadie conoce con canciones buenas.
Seamos sinceros, True Romance es ese disco tan reivindicable que siempre tienes en el iPod porque tu amigo el que estaba haciendo erasmus en Frankfurt te lo recomendó, y siempre dices que lo vas a escuchar en profundidad pero nunca pasas de Nuclear Seasons y You´re The One.
True Romance es un álbum con una portada más fea la muerte, que está lleno de buenas intenciones, pero no tanto de buenas canciones. O sí, porque es un grower en toda regla y nosotros nos aburrimos profundamente de intentar todo el rato alardear de que nos encantaba los sábados a ritmo de pachanga así que lo borramos conservando sólo los cuatro temas que entran a la primera.
Charli XCX, a sabiendas de que construyó una estructura demasiado compleja y dificil de digerir a optado por lo que optaria cualquier persona sensata: Irse a Japón para grabar un buen vídeo al tema que salvará las vidas de millones de fans de Kylie y Marina And The Diamonds.
SuperLove es lo mejor que ha podido dar Charli XCX de ella misma. Sabiendo que ha compuesto I Love It, todos sabiamos que era capaz de revolucionar el pop como si fuera Lady GaGa hace cuatro años.
La canción es rítmica y deliciosa, feliz y alegre. Nos recuerda a las épocas cuando Madonna hacía cosas guays y no se limitaba a seguir modas absurdas. A cuando una coreografía te cambiaba la vida y cuando comprar laca de uñas y enamorarte era cuestión de ir al centro comercial con tus amigas.
Charli XCX ha sabido dar en el target por una cosa muy simple: El estribillo.
El estribillo se SuperLove es tan acelerado y enérgico que te deja sin respiración, pero cuando termina quieres más. De hecho, la canción se hace muy corta a pesar de sus tres minutos y medio de duración.
De hecho, estamos bastante seguros que podríamos escuchar el estribillo unas catorce veces seguidas después del puente.
Además el vídeo es resultón. Ella sale guapa para variar y se reboza con robots y luces de neon para transportarnos a los ochenta de manera desenfrenada.
Y así, niños y niñas, es como se hace un hit.
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